viernes, 26 de marzo de 2010

Esquizofrenia en el gobierno del Distrito Federal



"O ya no entiendo lo que está pasando
O ya pasó lo que estaba entendiendo"
Carlos Monsivais


Hace poco más de dos meses una estrella del futbol mexicano de origen paraguayo que se divertía en un afamado desveladero fue agredido brutalmente con un arma de fuego con el claro propósito de quitarle la vida. No lo lograron, aun cuando su agresor es un conocido rufián experto en esos menesteres.
Mas allá de las inclinaciones personales que llevaron a este conocido “deportista” a trasnochar y embriagarse en un antro elegante, pero de dudosa reputación, situado en la mejor zona restaurantera del sur de la ciudad de México, en plena Avenida de los Insurgentes (nótese no en un garito oscuro y de mala muerte en Ciudad Azteca) pasadas las cinco de la mañana y en compañía de selectas damiselas y hampones, y muy vigilado por cámaras de circuito cerrado de televisión colocadas de manera estratégica hasta en el interior de los inodoros fue baleado de manera altanera en plena cabeza, creo que con muy malas intenciones.
Es verdad que este ejemplar deportista tiene el total y absoluto derecho de emborracharse cuando, con quien y hasta cuanto su gana y dinero se lo permita y que la agresión de la que fue sujeto pudo haber ocurrido en cualquier sitio y a pleno día, porque hasta donde yo recuerde los delincuentes no se rigen por horarios.
Sin embargo para muchos ciudadanos el linchamiento mediático que hicieron autoridades y medios de comunicación al antro en que sucedieron los hechos fue desproporcionado, amarillista y tendencioso. Así pues los culpables de tan infausta agresión fueron las cuatro paredes que componen la covacha en cuestión y las insanas y pecaminosas condiciones en las que opera. Quién accionó el arma de fuego no fue un matón de mala muerte, del cual no sabemos siquiera su nombre exacto y que por cierto está prófugo, sino el Bar Bar que con su ambiente de displicencia similar al de Sodoma propicia y facilita que ocurran asesinatos y delitos al cerrar sus puertas después de la hora reglamentada.
Como epilogo provisional les contaré que a dos meses de los sucesos los noticiarios televisivos, las notas rojas periodísticas han vendido como nunca y se encuentran formalmente presos dos meseros y el gerente del establecimiento, del agresor desde luego se ignora todo y al perecer goza de buena salud.

Pero ¡Oh Sorpresa¡ pese a todo lo anterior hace exactamente diez días los señores asambleistas del PRD nos han vuelto a sorprender con una iniciativa de ley que permitirá que bares y antros puedan cerrar a las cinco de la mañana como corresponde a una moderna ciudad cosmopolita como la nuestra. Los argumentos son impecables: Impulsarán el turismo nacional e internacional, abrirán mas fuentes de empleo, fomentaran el autocontrol en el consumo de alcohol entre los parroquianos, mejorarán los ingresos nacionales con concepto de impuestos y sobre todo mostrarán a la ciudad de México como una urbe moderna a la altura de Londres o Paris o New York.
Tal vez olvidan esos sesudos asambleistas que la mayor parte de los antros no cumplen con las mínimas normas en protección civil, en ellos se venden bebidas adulteradas y drogas, se permite el ingreso de menores de edad que departen con prostitutas, chulos y narcos que frecuentemente los hacen sus victimas. Son precisamente estos jóvenes inexpertos los que llenan las salas del SEMEFO en las madrugadas de domingo después de celebrar su fiesta de graduación universitaria o el cumpleaños del amigo.

No tengo el gusto de asistir al famoso Bar Bar (se exprimieron el seso para bautizarlo), tampoco me gusta el futbol y menos frecuento al tristemente celebre Salvador Cabañas, pero tampoco celebro que a un ser humano lo lesionen o lastimen de manera tan altanera.

Hubiese sido deseable que esta reforma de los asambleistas estuviera dirigida a incrementar también la oferta en teatros, restaurantes, conciertos, museos con programación nocturna, etc. como acontece efectivamente en otras grandes ciudades del mundo.
Pero la verdadera razón de esta propuesta es insultante e inconfesable: todo se trata de dinero, no importan ni los ciudadanos ni en que carambas se diviertan y menos su seguridad si a cambio de ello recaudan mas en licencias especiales, giros triple A, permisos pseudo turísticos, todos los derechos nuevos que con seguridad se inventarán, y sobre todo en dadivas y mordidas que la enorme corrupción traerá tras de si, alguien tendrá que pagar las cientos de plazas nuevas de inspectores y verificadores delegacionales que cuidarán que nadie viole ni una coma de las nuevas disposiciones, que los clientes se comporten con decoro, que no haya merced a esta reforma mas accidentes fatales y que padres, esposas, hijos y ciudadanos podamos dormir en paz sabiendo que los antros velan por todos nosotros.
Esta absurda manera de gobernar la ciudad de México hace que me pregunte: ¿Es cuestión de desmemoria, de una doble moral, de una esquizofrénica manera de gobernar? o simplemente de lo que se ha tratado siempre, de dinero.