Después del mes de julio intenté en varias ocasiones enviar al intangible ciberespacio mensajes inteligentes y de aliento pero me encontré seco de recursos. Confieso que en mi desanimo influyeron las notas rojas de los periódicos, las malas noticias de la television nocturna, las ausencias forzadas de Saramago, Monsivais y Dehesa, las torrenciles lluvias del verano, las heladas mañanas del invierno, las traiciones de algunos malquerientes y como miles de mexicanos sentí que este pais se me desmoranaba a pasos agigantados y de una manera miserable e injusta.
He de confesar que ni las fiestas del centenario con todo su pirotecnia aliviaron mi pesadumbre.
Hoy milagrosamente me encuentro mas repuestito y amenazo con volver por mis fueros y compartir con ustedes semanalmente algún fragmento, rescoldo o lasca de esta maravillosa realidad.
jueves, 27 de enero de 2011
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