jueves, 6 de mayo de 2010

Un impuesto falaz


El Secretario de Finanzas del gobierno de la Ciudad de México inició en el mes de febrero el envío domiciliario a cientos de hogares y establecimientos comerciales de un nuevo recibo de cobro por derechos de consumo de agua con incrementos en la tarifa de hasta un 500% adicional al cobro acostumbrado.
Esta retabulación, renivelación, ajuste o como quieran llamarle las autoridades del Gobierno del Distrito Federal no obedece a que el metro cúbico de agua potable se venda mas caro. Obedece una lógica ajena, difícil de entender.

La actual ciudad de México fue poblada doscientos años aproximadamente antes de la conquista española por los Mexicas, quienes no eran sus primeros pobladores, pero si quienes le dieron una dimensión y trazo de gran metrópoli; asignando parcelas bien delimitadas para uso habitacional, para cultivo, comercios, con vías terrestres y acuáticas y plazas públicas. Contaban con un gobierno estricto de carácter teocrático que le daba orden. Tenochtitlán fue su capital y llegó a albergar 600,000 habitantes, quienes convivían armónicamente en una serie de islotes rodeados por dos inmensos lagos.
El agua dulce indispensable para la vida de la ciudad era extraída de varios manantiales y transportada a los barrios de la ciudad por canales a cielo abierto a manera de acueductos.
La historia de la ciudad de México desde su fundación el 18 de julio de 1325 ha estado vinculada a la cultura del agua, abastecer de agua potable a sus habitantes y evitar inundaciones periódicas ha sido la constante en sus seis centurias de existencia.

En la actualidad el suministro de agua potable a la capital de realiza mayoritariamente importando agua a costos muy altos desde las cuencas de Lerma y Cutzamala en los estados de México y Michoacán y del total que se abastece se estima que el 40% se desperdicia por fugas en las grandes tuberías de distribución obsoletas, tomas domiciliarias en mal estado y desde luego en el dispendio irracional que realizamos todos los habitantes del Valle de México.
Entiendo la importancia de generar una cultura del cuidado del agua, del compromiso de reducir nuestro consumo individual en aras de que dicho servicio publico llegue a mas colonias y zonas mal servidas, de que este precioso liquido que es un recurso no renovable lo tratemos como tal, de que entendamos que en este conglomerado social nadie tiene el derecho de abusar dispendiosamente de un bien vital que pertenece a todos. Todo ello lo entiendo, y aplaudo las campañas nacionales y locales para propiciar en los habitantes de todas las edades el compromiso del cuidado del agua. Citan los catastrofistas que la tercera guerra mundial será una conflagración por el control del agua. También entiendo que los altos costos del servicio de agua potable domiciliaria no pueden ser cubiertos a costos reales en muchas colonias de clase popular y que en consecuencia y a semejanza de otros servicios su cobro es subsidiado por el GDF.
Lo que ya no entiendo es la lógica del Secretario de Finanzas de revaluar y clasificar los predios de la ciudad de México en cuatro categorías de manera absolutamente arbitraria, (violando en ello los Planes de Desarrollo Delegacionales existentes y aprobados por la Asamblea de Representantes) en colonias, manzanas y calles de nivel económico: popular, bajo, medio y alto; algo además de irreal, peligroso, porque retoma la vieja contienda clasista de ricos y pobres.
A los habitantes de estas cuatro estratificaciones les será otorgado un descuento vía subsidio del 80%, 60%, 40% y 20% respectivamente, sobre el monto de su consumo mensual de agua. Ya no importará el número de litros que gaste cada quien, sino en que zona de la ciudad habite.
En el cobro de los servicios telefónicos, energía eléctrica o gas domiciliario se establece una tarifa única y paga más quien mas consume. De igual manera que en una gasolinera, un restaurante o una farmacia están determinados precios únicos y paga más quien más consuma, no importando la zona de la ciudad en donde habite. No imagino al dueño de un supermercado o de un cine preguntando a sus clientes en que zona de la ciudad viven para otorgarles un subsidio en el cobro. Esta fantasía no sucede en ninguna ciudad del mundo. Nos guste o no, los servicios y productos que adquirimos tienen un costo final de venta en función a su propia naturaleza de comercialización.
Hubiese sido mas sencillo y transparente desminuir el monto del subsidio que se otorga y llevarlo a costos reales, como ha ocurrido con el precio del transporte público.
Aunado a lo anterior hay que subrayar que el conflicto mayor de tal estratificación, es que fue realizada con los pies, de mala fe y con un desconocimiento total de la geografía citadina. En cada una de la dieciséis Delegaciones Políticas se delimitaron calles y manzanas, supongo que desde un satélite muy alto y en día nublado, catalogándose en ricos, medio ricos, clasemedieros, fregados y contrafregados, procediendo a darles un color distintivo. Después de tantas luchas sociales ¡Al fin podremos saber quienes son los ricos y los pobres de esta ciudad!, pero acontece que no es así, la demarcación se hizo sin la mas minima puntería, porque fue tan mediocre el trabajo que en una misma colonia popular unas calles fueron etiquetadas en zona popular y sus vecinos de la acera de enfrente en zona económica alta. Cientos de colonias viejas y destartaladas sin albercas, inmensos jardines, grandes avenidas o lujos son consideradas ahora como zonas residenciales y equiparadas con las Lomas de Chapultepec, Polanco, Jardines del Pedregal o Santa Fe y en consecuencia deberán pagar el 500% mas mensualmente por consumo de agua.
Cualquier curioso que contemple los nuevos planos delegacionales no entenderá la lógica de tal clasificación, al interior de una misma zona habitacional o manzana se utilizaron criterios diferentes.
Desde luego las autoridades defienden celosamente su trabajo y han declarado que “no existen errores y el levantamiento cartográfico es impecable” en consecuencia cada ciudadano afectado deberá preparar la cartera para el pago puntual y sin derecho de replica.
Una cuestión final que deberemos considerar, a ésta reclasificación predial deberá corresponder un nuevo pago, porque de un plumazo cientos de miles de hogares en la ciudad mas poblada del orbe hemos pasado a vivir en zonas residenciales equiparables al primer mundo. Éste pues es el primer aviso. Habrá que preparar los bolsillos para el 2011.

Mi ingenuo deseo ciudadano es que el excedente financiero que se recaude, lejos de sufragar campañas políticas en el 2012, se utilice en la reaparición de tuberías, obras para recargas de mantos freáticos, compostura de pozos, utilización de agua pluvial, mas plantas de tratamiento, construcción de sistemas que separen las aguas negras e industriales y el rescate de los pocos ríos y manantiales que aun sirven a la ciudad y que languidecen entre las calles de concreto como delgados hilos de agua amarillenta y sucia.


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