A Baltasar Garzón
Es el mes de mayo y en la ciudad mitad española, mitad mestiza un sol implacable cae desde las cúpulas de la catedral de manera asfixiante. A ocho manzanas de ahí, en el solar nororiente de la plaza de Santo Domingo, en los mohosos y húmedos sótanos de la Casa Chata, asiento del Santo Oficio solo la débil luz de las antorchas ilumina el rostro de los inquisidores y verdugos y el vacilante paso de un condenado a sufrir lo indecible en el “potro de tormento” hasta que confiese sus horrendos pecados. Es el año de 1571, habrán de pasar casi tres siglos y cientos de “infieles” perderán la vida del modo mas canallesco y cruel hasta que desaparezca esta brutal institución represiva de la iglesia católica, sinónimo de intolerancia religiosa en la nueva España.
La práctica de la tortura es casi tan antigua como la humanidad misma, existen evidencias de que el hombre primitivo la practicaba como un acto de dominación a los cautivos de los grupos sociales enemigos, como una acción evidente de superioridad y liderazgo. Exploraciones arqueológicas dan cuenta de esta actividad en diversas culturas de la antigüedad y los restos óseos, ilustraciones y utensilios encontrados no dejan duda de la crueldad con que la ejecutaron. No hay cultura en el pasado que se salve de haber ejercido la tortura como política de estado e incluso algunos verdugos han trascendido en la historia por tan triste y miserable profesión.
La tortura siempre se ha dado desde los círculos del poder como una actividad inconfesable, en ella se reflejan las más bajas pasiones del ser humano contra sus semejantes con el propósito de humillarlos, desposeerlos de toda dignidad humana, véjalos públicamente y lograr sus propósitos de conquista, venganza, control social y ambición material. En las culturas Persa, Griega, Hebrea, Egipcia y Romana se ejerció la tortura de manera habitual y era costumbre ejecutar a los soldados enemigos públicamente infringiéndoles infames tormentos.
Uno de los mas celebres aparatos de represión y de tortura fue la Santa Inquisición que funcionó a lo largo de tres siglos en la península española y sus colonias como un mecanismo de control religioso, social y en contra de las florecientes e independientes riquezas judías, árabes y protestantes que hacían peligrar el débil equilibrio español.
Algunos humanistas se han preguntado a lo largo de la historia que llevó a los antiguos cristianos que fueron perseguidos y asesinados impíamente por varios siglos y cuyo líder fundador falleció victima precisamente de un tormentoso linchamiento publico a convertirse en perseguidores. “¿Qué tuvo que suceder para que una religión que predicaba el amor, la compasión y la misericordia acabara quemando en la hoguera a seres humanos en nombre de ese mismo mensaje de perdón y caridad? ¿Qué mecanismos sociales e ideológicos se conjugaron para crear una férrea institución ante la que ya nadie podría estar seguro, ante la que todos, perseguidores y perseguidos, podían ser sospechosos?“
“Nicolás Eymerich, inquisidor general del Reino de Aragón, escribió hacia 1376 en Aviñón un libro que alcanzaría suma importancia por su amplísima codificación de las prácticas y las argumentaciones, tanto teológicas como ideológicas, que justificaban la existencia del aparato represor de la Iglesia. Se trataba del "Directorium Inquisitorum (Manual de Inquisidores)", un tratado donde recopiló las leyes y normas esenciales para realizar correctamente la labor del inquisidor y que llegó a ser la obra más utilizada por todos los inquisidores posteriores. En él desgrana tanto la naturaleza y la razón de ser de la fe cristiana, así como la perversión que radicaba en toda herejía, presunta o verdadera. El fraile dominico Eymerich se basó para la redacción de este compendio tanto en la documentación existente hasta ese momento como en su propia experiencia como inquisidor. la importancia del "Directorium Inquisitorum" fue tan grande que, después de la Biblia, fue uno de los primeros textos en ser impresos en 1503 y, cuando Roma tuvo que hacer frente a la rebelión protestante, ordenó reeditar el libro para que se transformase en el manual imprescindible de todos los inquisidores”.
Pero ¿Qué es la tortura?
“Es el acto de causar daño físico o psicológico intencionadamente a una persona, vinculado principalmente al dolor físico, que puede o no desembocar en la muerte de la víctima, con el propósito de: obtener una confesión o información , como venganza por un hecho cometido por la víctima o por una tercera persona, como preludio de una ejecución o simplemente para la diversión sádica del torturador. La tortura implica una intención y un daño. El daño se puede realizar de dos maneras fundamentales: física y psicológica. El daño físico se puede causar mediante golpes, rotura de huesos, desgarros musculares, castración, aplastamiento, golpes, cortes, descargas eléctricas, desfiguración, quemaduras, aplicación de temperaturas extremas, ingestión de productos químicos o elementos cortantes, baños con substancias químicas cáusticas, ahogamiento, violación, privación del sueño o posturas corporales incómodas. El daño psicológico se puede perpetrar mediante la privación sensorial, el aislamiento, la humillación verbal o física (desnudez durante los interrogatorios), la manipulación de la información sobre la victima o sus allegados, la mentira (falsas informaciones sobre daños sufridos por amigos y familiares), la desorientación física y mental, o la simulación de torturas físicas o ejecuciones que contribuyan a la desmoralización. En general, lo que se busca con la tortura psicológica es la ruptura de la autoestima y la resistencia moral del detenido”.
Asesinatos, actos de exterminio masivo, deportación, encarcelación, tortura física y mental, violación, prostitución obligada, esterilización sexual, persecución por motivos religiosos, ideológicos, raciales, étnicos, desapariciones forzadas y secuestro son actos cometidos premeditadamente contra la población civil desde la cúpula del poder de gobiernos represores, y están tipificados internacionalmente como crímenes de lesa humanidad, ruines y vergonzosos como los perpetrados por la KGB, la SS , o las dictaduras de Trujillo, Franco, Pinochet, Videla, Duvalier, Milosevic , Strossner, Somoza, etc.
Como justificar en el siglo XXI la práctica de la tortura, como justificar que intencionadamente se violen las garantías individuales del hombre consignadas en la Carta de los Derechos Universales del Hombre signada inicialmente por 122 naciones miembros de la Organización de Naciones Unidas y consignada en la Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, salvo en los países árabes en el que se profesa un fundamentalismo religioso excesivo y en consecuencia son motivo de persecución y escarnio cualquier disidente que atente contra un orden divino establecido, en el resto de la naciones, incluidas las mas democráticas las razones son otras y se continua ejerciendo bajo los mas irracionales argumentos.
Un buen pretexto sin duda es la guerra y el terrorismo, y hay bien documentados en los tiempos recientes actos inmisericordes de tortura contra soldados y civiles en Irán, Irak, Afganistán, Guantánamo, Norcorea, etc.
Estos son sus argumentos justificatorios: “En el caso de detenidos acusados de terrorismo o actividades políticas subversivas el razonamiento es que el detenido no tiene la condición de un prisionero de guerra bajo las Convenciones de Ginebra, como consecuencia no forma parte de una fuerza política, no lleva uniforme que lo distinga como combatiente, sus líderes no son accesibles ni están reconocidos como posibles negociadores de una paz y las hostilidades que su grupo practica constituyen una guerra irregular que viola todas las leyes internacionales de la guerra. Se establece que es un delincuente común de alta peligrosidad, cuya acción criminal extraordinaria ha obligado al gobierno a emplear la fuerza armada del ejército para detenerlo y tiene que ser interrogado por ésta antes de ser puesto a disposición de policías comunes y magistrados. El interrogatorio militar o policial extraordinario no forma parte de la acción penal, no tiene jurisdicción en ella, pero el detenido no es tampoco un prisionero de guerra que el Derecho Internacional Humanitario proteja”.
El Día Internacional de Apoyo a las víctimas de la Tortura se celebra el 26 de junio, ¡Ojala la humanidad no tenga en su futuro que continuar conmemorando esta fecha ¡ ¡Ojala que la inteligencia , la razón y la tolerancia se impongan como forma de convivencia universal ¡ No mas inquisiciones, no mas aparatos represores de estado. Solo en la diversidad de ideas y en su respeto se podrá fincar el futuro de las sociedades humanas.